PARA DECIRTE ¡TE AMO!
Hoy recorrí con pasos trémulos
tus pisadas en la casa silenciosa.
Me detuve absorta en tu ventana
ví, como tú, el movimiento en la calle,
que aunque no estás, sigue su ritmo…
Agudizando el oído pude apreciar tu voz
pidiéndome un ratito más de mi tiempo,
con ese sonido inconfundible y bello
inundado de amor y de dulzuras pleno.
Caminé bajo los racimos de la glicina
y aspiré su grata fragancia llena de ti.
Escuché el trino de los pajarillos
que entre sus ramas retozaban
¿Serán acaso los mismos?
Quizás sus nuevos retoños
que bullangueros besan los racimos.
El sonido imperceptible de tu latir
descubrí en ese lugar apacible que te clama.
¡Cuánto tiempo sin tu presencia física!
¡Cuánto ha pasado desde tu partida!
Aunque necesito tu abrazo tierno,
tu mirada blanca y pura,
tus manos repletas de dulzuras,
te tengo, en los pliegues del corazón,
circulando a través de mi sangre
hacía los más ínfimos lugares de mi ser
Disfruto de tu tibieza, única e irrepetible.
Ya no estás aquí, estás en mí, madre,
en cada suspiro, en cada alegría...
en mi llanto cuando tanto te extraño,
en mi voz, para decirte ¡TE AMO!
tus pisadas en la casa silenciosa.
Me detuve absorta en tu ventana
ví, como tú, el movimiento en la calle,
que aunque no estás, sigue su ritmo…
Agudizando el oído pude apreciar tu voz
pidiéndome un ratito más de mi tiempo,
con ese sonido inconfundible y bello
inundado de amor y de dulzuras pleno.
Caminé bajo los racimos de la glicina
y aspiré su grata fragancia llena de ti.
Escuché el trino de los pajarillos
que entre sus ramas retozaban
¿Serán acaso los mismos?
Quizás sus nuevos retoños
que bullangueros besan los racimos.
El sonido imperceptible de tu latir
descubrí en ese lugar apacible que te clama.
¡Cuánto tiempo sin tu presencia física!
¡Cuánto ha pasado desde tu partida!
Aunque necesito tu abrazo tierno,
tu mirada blanca y pura,
tus manos repletas de dulzuras,
te tengo, en los pliegues del corazón,
circulando a través de mi sangre
hacía los más ínfimos lugares de mi ser
Disfruto de tu tibieza, única e irrepetible.
Ya no estás aquí, estás en mí, madre,
en cada suspiro, en cada alegría...
en mi llanto cuando tanto te extraño,
en mi voz, para decirte ¡TE AMO!
AZUL
