
PALABRAS PARA UN ADIÓS.
En el último día...
del último Enero...
se cerraron para siempre
tus ojos del color del cielo.
Por un sendero de estrellas
tu alma se fue perdiendo,
allá donde mis lágrimas,
ni mi dolor, ni mi desconsuelo
pudieran rozarte siquiera
en aquél, tu postrer vuelo.
Un tañer de campanas tristes
oyó mi pecho en secreto,
como un llamado de DIOS
que se repetía en un eco.
En ese preciso instante
murieron también los sueños,
esos que todos guardamos
en el desván de los recuerdos.
La vida mucho te maltrató
en estos años, mi querido viejo,
tus piernas se resistieron
a las órdenes de tu cerebro.
Te resignaste a tu suerte,
a medias y en silencio,
mirabas pasar la vida
añorando otros tiempos.
Hoy que todo ha terminado
y el otoño comenzó,
no verás caer las hojas,
lluvia de oro y amor.
Recuerdo con dolor tus luchas
tus ansias y tus desvelos…
mendigo de abrazos, de besos,
viajero de caminos inciertos
de lágrimas y desconsuelo,
celosamente guardados
en un rincón de tu pecho.
La muerte que no perdona,
me ganó de mano esta vez
y te llevó muy lejos
donde no te puedo ver,
pero sí sentir tus manos,
tus ojos en cada estrella,
tu débil voz en el viento,
quisiera irme con ella.
Necesito decirte tantas cosas...
Tanto te debo y me has dado.
Tanto... tanto nos perdimos...
Tanto nos hemos brindado...
Quiero resumir sólo
en un “te quiero papá”...
que nos llene de esperanza
de volvernos a encontrar...
del último Enero...
se cerraron para siempre
tus ojos del color del cielo.
Por un sendero de estrellas
tu alma se fue perdiendo,
allá donde mis lágrimas,
ni mi dolor, ni mi desconsuelo
pudieran rozarte siquiera
en aquél, tu postrer vuelo.
Un tañer de campanas tristes
oyó mi pecho en secreto,
como un llamado de DIOS
que se repetía en un eco.
En ese preciso instante
murieron también los sueños,
esos que todos guardamos
en el desván de los recuerdos.
La vida mucho te maltrató
en estos años, mi querido viejo,
tus piernas se resistieron
a las órdenes de tu cerebro.
Te resignaste a tu suerte,
a medias y en silencio,
mirabas pasar la vida
añorando otros tiempos.
Hoy que todo ha terminado
y el otoño comenzó,
no verás caer las hojas,
lluvia de oro y amor.
Recuerdo con dolor tus luchas
tus ansias y tus desvelos…
mendigo de abrazos, de besos,
viajero de caminos inciertos
de lágrimas y desconsuelo,
celosamente guardados
en un rincón de tu pecho.
La muerte que no perdona,
me ganó de mano esta vez
y te llevó muy lejos
donde no te puedo ver,
pero sí sentir tus manos,
tus ojos en cada estrella,
tu débil voz en el viento,
quisiera irme con ella.
Necesito decirte tantas cosas...
Tanto te debo y me has dado.
Tanto... tanto nos perdimos...
Tanto nos hemos brindado...
Quiero resumir sólo
en un “te quiero papá”...
que nos llene de esperanza
de volvernos a encontrar...
AZUL
31-01-03